XXVIII Encuentro Nacional de mujeres -San Juan, 2013


Post-cierre del ENM, un pequeño balance de la mariposa y la iguana.

Mujeres Trans y Manifesta feminista contra la megaminería

En primer lugar festejar que finalmente se haya abierto el taller de mujeres trans y que haya sido un éxito, por la calidad de los debates y la cantidad de participantes; después de tanta discriminación y negarles la participación (nunca comprendimos, si el encuentro somos todas y es horizontal, quién se arrogaba la autoridad de decir vos sí, vos no). Como dijeron el lunes en las conclusiones –contestando a ciertos rumores malintencionados-: Este taller vino para quedarse. Bienvenidas.


Aplaudir y acompañar la Manifesta Feminista contra la megaminería; el escrache y la marcha del sábado 23 contra el saqueo de nuestros territorios por parte de las transnacionales Barrick Gold, Chevron y Monsanto. No olvidemos que por la megaminería San Juan se está quedando literalmente sin agua. Habrá que seguir coordinando acciones. En los talleres de Mujer y Medio ambiente fueron muchísimas las denuncias de persecución y violencia contra la población civil por parte de las fuerzas policiales, fuerzas que están armadas y son públicas, además de las patotas privadas, que están protegiendo el avance de las transnacionales en connivencia con el estado.


 

Las dos plazas y el camino de los libros


Desde que empezamos a participar de los encuentros vimos que hay mucho y muy importante sucediendo por fuera de las comisiones y talleres cuyos debates lamentablemente suelen verse jaqueados por el proselitismo político y/o religioso de algunas compañeras que olvidan que se va a debatir e intercambiar ideas y vivencias, proponer acciones y pensar estrategias.

Por fuera están las plazas como puntos de encuentro. La feria norteña y pintoresca, junto a la mayoría de los partidos de izquierda, se acomodó se acomodó en la plaza principal, la 25 de mayo, frente a la iglesia. Las dos veces que la caminamos, no sé por qué, volvimos con la imagen del silencio.

Pero hubo otra plaza, un poco desplazada del centro, la plaza Laprida, que bullía de activismo, mujeres autoconvocadas y autogestión, con una radio abierta (para ir al link de la radio: http://www.rednosotrasenelmundo.org/). Allí parchamos con los libros de la editorial. De todos los encuentros, lazos e intercambios que hicimos, vamos a recordar la Mesa de feministas latinoamericanas que tuvo lugar en la radio abierta; y una anécdota que nos dio mucha alegría: las chicas de Mumala  -mujeres de la matria latinoamericana-, La Plata, habían estado pasándose un libro publicado por nosotras -¿Qué es el feminismo de la diferencia?, de Victoria Sendón de León- que había adquirido una madre en algun momento en alguna feria del país.

Por último, hubo una plaza más: las Mujeres con Cristina y otras agrupaciones del oficialismo congregaron aparte, solas en una tercer plaza, España, y así marcharon. Según nos dijeron, para evitar choques con los partidos de izquierda. Es una lástima que el partidismo genere esta fractura.


Una postal de la marcha

“¡Alerta! ¡Alerta! Alerta que caminan
mujeres feministas por América Latina…”
“¡Alerta! ¡Alerta! Alerta que caminan
mujeres feministas por las calles sanjuaninas…”

La marcha fue una inmensa ola de mujeres y banderas de todos los colores y consignas, tetazos y cantos varios que parecía no tener fin. Fueron pocos los sanjuaninos locales que salieron a la calle o se asomaron a ver la marcha (dicen que los medios locales y la iglesia estuvieron agitando los ánimos contra el encuentro, difamando y tergiversando… pero no es algo nuevo, ha pasado todas las veces anteriores; que muchos se han ido de la ciudad por miedo, para no recibirnos; que todas las iglesias cerraron sus puertas y no dieron misa en todo el fin de semana). Fueron pocos pero fueron. A lo largo de toda la marcha hubo gente aplaudiendo. Nos quedamos con la imagen de una anciana aplaudiendo atrás de la ventana, o un grupo de chicas adolescentes, encerradas tras de las rejas de la casa porque obviamente nos las dejaban salir, pero riendo y aplaudiendo con la imagen de la felicidad en la cara. Y con el canto: “Mujer, escucha, únete a la lucha”.

Y con otra imagen que nos impactó muchísimo: en un momento la marcha pasó frente a la Dirección de la mujer, y unas chicas se encaramaron y tacharon la palabra dirección, escribiendo arriba “liberación”. Un chiquito de 8,9 años en la vereda de enfrente que había salido con su familia a mirar pasar la marcha, se agarraba la cabeza, miraba como tachaban la palabra dirección y escribían arriba y se agarraba literalmente la cabeza, con las dos manos. Cuando terminaron de escribir la palabra “liberación”, se le dibujó una sonrisa y empezó a aplaudir. Con firmeza, empezó a aplaudir.

Agresiones y violencia de género

La camarera que nos atendió el domingo, después de la marcha, a quien el encuentro no le interesaba particularmente -¿Por qué se vienen a quejar acá?, nos increpó al principio y por suerte pudimos terminar hablando de una forma piola, cuando le comentamos que había muchos talleres de reflexión, 58 en total, como ser trabajo precarizado, redes de trata, violencia de género, abuso, etc. Nos terminó contando el siguiente caso: hace unos años un tipo llegó al hospital con una beba incrustada en el pene, tapada con una sábana. El policía que lo recibió le pegó un tiro en la cabeza, y como no puede ser de otra forma, está preso.

Al otro día, ya saliendo camino al cierre del encuentro, nos quedamos charlando con la casera, la Vero, que nos había recibido muy bien. De los comentarios de la radio, que nos estaban defenestrando de una forma espantosa y sexista, y pasamos a la historia personal: había sido golpeada durante 17 años por su exmarido con el que tuvo varios hijos. Uno se le había muerto. Contó que una vez, con la cara totalmente desfigurada, los ojos que ni se veían, decía, se fue y caminó durante horas con una hija en brazos hasta la casa de su familia. Logró dejar a su ex marido y rearmar su vida. Decía que tras muchos años de ser atendida por una psicóloga comprendió que no se merecía los golpes. Pudo salir. Contó también que su padre había sido golpeador, que pasó su infancia debajo de una mesa. Que ella pudo modificar la historia pero que ahora veía a su hija repetirla.
Nos enteramos también que a la noche había llegado una chica con un bebé en brazos, caminando. Se había unido espontáneamente a la marcha. Su marido la golpeaba y no la dejaba ir. Así que no podía volver porque la iba a desfigurar. Los colegios donde nos estaban alojando están alejados del centro. La chica llegó caminando para pedir ayuda. La casera la acompañó hasta que llegara el padre a buscarla.

Llegamos tarde al cierre pero esta charla bien pudo haberlo sido.

Ya de regreso a Baires nos enteramos que ese mismo lunes habían apedreado a varios ómnibus cuando salían de los colegios, una hospitalizada, que a dos chicas las habían golpeado en la calle. Fueron civiles no identificados, pero obviamente las agresiones fueron producto de la violencia y el desprecio naturalizado contra las mujeres, chicaneado y exacerbado por los medios locales y la iglesia con discursos que parecen salidos de la inquisición… En una provincia que, no olvidemos, no aplica la ley de educación sexual y enseña religión en los colegios.

Nos volveremos a encontrar el próximo año, en Salta.